EL PERIODO ENTREGUERRAS


El ascenso de los totalitarismos

Totalitarismo es el término por el que se conoce a las ideologías, movimientos y regímenes políticos donde el Estado ejerce en la sociedad un poder «total» sin divisiones, donde no hay libertad o es muy limitada. El término nació en el periodo de entreguerras en el seno de los fascismos para definir el régimen político que querían construir en oposición al Estado liberal («Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado», decía Benito Mussolini cuando hablaba del Estado totalitario; el líder nazi Joseph Goebbels afirmó en 1933: «Nuestro partido ha aspirado siempre al Estado totalitario... la meta de la revolución [nacional-socialista] tiene que ser un Estado totalitario que penetre en todas las esferas de la vida pública»). Tras la Segunda Guerra Mundial fue Hannah Arendt (The Origins of Totalitarism, 1951) la que lo propuso como categoría para definir a determinados regímenes e ideologías políticas, con especial referencia al nazismo y al estalinismo, y fueron Carl Joachim Friedrich y Zbigniew Brzezinski (Totalitarian Dictatorship and Autocracy, 1956) los que concretaron sus rasgos por oposición a la democracia liberal, dando nacimiento a la teoría del totalitarismo. Estos últimos, en el contexto de la guerra fría, consideraron al comunismo soviético como la máxima expresión del totalitarismo, en cuanto que negaba «el pluralismo social, cultural e incluso religioso de la sociedad civil». Los totalitarismos, o regímenes totalitarios, se diferencian de otros regímenes autocráticos por ser dirigidos por un partido político que pretende ser o se comporta en la práctica como partido único y se funde con las instituciones del Estado. Por lo general, estos regímenes exaltan la figura de un líder que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad (con el propósito de formar un «hombre nuevo» en una «sociedad perfecta»), y hacen uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control social y de represión como la policía secreta

Características principales y comunes

Presencia de un poder hegemónico, personificado e individualizado en un líder carismático que ejerce su autoridad absoluta de modo monopolístico y sin autonomía apreciable para mandos intermedios. Existencia de un partido único de masas que forma parte integral del aparato del Estado y que responde a una ideología precisa y definida, frecuentemente salvífica y semirreligiosa. Pretensión de control absoluto de todas las actividades políticas y sociales, con la reducción al mínimo o supresión simple de la esfera de la vida social privada. Mantenimiento de un alto grado de movilización política de la población a través de canales y vías de encuadramiento oficial: sindicatos, organismos juveniles, grupos de mujeres, etc. Control policiaco y represión intensa y activa de toda oposición latente o patente y de cualquier grado de libertad de prensa y de comunicación. Voluntad de control y centralización de la vida económica mediante políticas ultranacionalistas y autárquicas como vehículo para el reforzamiento militar del Estado.

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